lunes, 30 de marzo de 2009

Sílfides, Gnomos, Ondinas Y Salamandras


¿De dónde proceden los duendes y las hadas? Folkloristas, filósofos, historiadores y místicos se han cuestionado el origen de estos seres durante siglos. Nadie tiene certezas al respecto, pero los cuentos de hadas son populares en todos los continentes y se conocen los atributos de estos “seres escondidos” hasta el día de hoy.
Algunos eruditos ven en los cuentos de hadas vestigios de religiones paganas, donde estos pequeños entes eran huellas de antiguas y poderosas divinidades.
Otras posturas insisten en que los duendes son “ángeles caídos”, que fueron expulsados del Paraíso, pero que al no ser lo suficientemente malos, tampoco les correspondía el Infierno. Así se convirtieron en almas de niños errantes, que murieron sin ser bautizados. “Se trata de pequeños fantasmas”.
Durante el siglo XV, el alquimista Paracelso clasificó las hadas y duendes con los siguientes nombres, teniendo en cuenta el ambiente en que aparecían -los cuatro elementos fundamentales de los que hablaron los presocráticos-: las “sílfides” (duendes del aire), los “gnomos” (duendes de la tierra), las “ondinas” (seres del agua) y las “salamandras” (habitantes del fuego). Según Paracelso, son individuos de carne y hueso a quienes les gusta cortejar a los humanos.
En el siglo XVII, un ministro escocés llamado Robert Kirk escribió que los duendes y las hadas constituían una naturaleza intermedia entre hombres y ángeles, de livianos cuerpos cambiantes, que se veían con más frecuencia durante el crepúsculo.
Hacia el siglo XIX, las hadas y los duendes comenzaron a ser el tema predilecto del Espiritismo. Esta doctrina los dividió en dos grupos: seres inferiores que habitan jardines, ríos, piscinas o bosques, y seres superiores, que dominan el espacio astral.
Ya en el siglo XX, la Teosofía de Carlos W. Leadbeater reveló un método para clasificar las hadas inspirado en la teoría darwiniana de la evolución.
Leadbeater sostuvo que existen siete niveles de duendes y hadas. Comenzaron teniendo una vida mineral hasta evolucionar en bacterias y algas. Constituyeron hierbas y cereales, reptiles y aves, mar, flora y fauna hasta convertirse en sílfides y concluir en ángeles.
Otro teósofo, Eduardo Garner, consideró que la función de los duendes en la Naturaleza era suministrar un vínculo entre las plantas y la energía solar.
Por su parte, el investigador Franz Hartmann consideró que los duendes formaban parte de la psicología humana: eran seres imaginarios.
Parte del folklore de los pueblos atribuye a los duendes la costumbre de burlarse de los humanos (recordemos a Puck, el duende travieso de la comedia “Sueño de una noche de verano”, escrita por William Shakespeare). Se cree que ahuyentan el ganado, que hacen llorar a bebés y niños y que gustan de las damas solteras. Aunque a veces ayudan a los mortales, por lo general son criaturas fastidiosas que se ofenden rápido y que pueden resultar peligrosas si se irritan. Las hadas tienen fama de ser tramposas.
Se dice que los hombres que hayan entrado por accidente al “Mundo de las Hadas” pueden terminar sus días atrapados para siempre en su reino. El Folklore está lleno de relatos “preventivos”, que narran las amenazas de cruzarse con estos fantásticos fantasmitas.

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Posible origen de las Hadas y Duendes


Creencias tradicionales de carácter folklórico confiaron desde temprano en la existencia de hadas y duendes, aunque no siempre les atribuyeron un origen definido. Las explicaciones variaron según cada cultura, región y épocas. Una creencia popular sostiene que las hadas son mujeres difuntas, es decir: fantasmas.
Para la alquimia, fueron consideradas parientes de los gnomos y de las sílfides. La tradición sostiene que muchos duendes son “criaturas del aire”. Una tercera opinión los considera ángeles pecadores: cuando los ángeles se rebelaron, Dios ordenó que las puertas del Cielo se cerraran. Quienes quedaron dentro se convirtieron en ángeles, quienes estaban en el Infierno se transformaron en demonios, y “aquellos que quedaron atrapados en la tierra” son duendes y hadas.
Una cuarta postura cree que los duendes son espíritus de una familia amigable. Un relato folklórico de origen escandinavo cuenta que una mujer buscó en vano a sus hijos por todos los rincones pero jamás los halló, porque se habían convertido en fantasmas escondidos: los famosos duendes.
Etimológicamente, “duende” proviene de duen de casa, es decir: dueño de la casa. Según la RAE, se trata de un espíritu fantástico que habita en algunas casas haciendo travesuras, causando trastornos y estruendo en ellas. En las narraciones tradicionales, suele aparecer bajo la figura de viejo o de niño.
En cuanto a la palabra “hada” proviene del latín fata, y del vulgarismo fatum, que quiere decir “hado”. Se trata de un ser fantástico que suele representarse bajo la forma de mujer, a quien se le atribuye poderes mágicos y el don de adivinar el futuro. Además, a cada una de las tres parcas se las conoce como “hadas”.
Los duendes también tienen habilidades para la adivinación, el esoterismo y las ciencias ocultas. Pero se afirma que sus hechizos son ineficaces contra alguien que posea un trébol de cuatro hojas.
También se afirma que el método más efectivo para ahuyentarlos es mostrarles una imagen de San Patricio, el santo patrón de Irlanda, ya que fue él quien los desterró de la casa de Dios.
El día de este santo, celebrado el 17 de marzo, se conoce como la ocasión ideal para que todos los duendes y demás criaturas fantásticas salgan de sus escondrijos para hacer travesuras y sembrar calamidades por doquier.
Los duendes son también conocidos como brujos, hechiceros o druidas satánicos, estos últimos dentro de las tradiciones célticas.









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