miércoles, 29 de abril de 2009

LAS SIRENAS Y LA MUERTE

Según Ovidio (Metamorfosis V, 551), las sirenas eran la compañía de la joven diosa Perséfone. Sus alas eran un regalo de la deidad Demeter para poder buscar a Perséfone cuando la secuestraron. Su canción seductora es una invitación permanente a la aparición de esta última.
El término "canción de las sirenas" alude a una súplica difícil de resistir. Si no se está precavido, se puede caer en la tentación, y esta falta de atención conducirá a un mal resultado.
Escritores tardíos han deducido que las sirenas eran antropófagas (caníbales) en base a las descripciones de Circe, quien se pasea por los prados entre montones de cadáveres descomponiéndose, pedazos de piel y huesos diseminados por doquier.


Por su parte, Jane Ellen Harrison cree que es extraño y hermoso que Homero transforme a las sirenas en seres afines a los espíritus y no a la carne, teniendo en cuenta la canción de las sirenas que prometen a Ulises la revelación de verdades con la falsa promesa de decírselas. Ellas cantan:
"Una vez que oigas el contenido de sus corazones te convertirás en un hombre más sabio.


Sabemos todos los dolores que los griegos y los troyanos soportaron. ¡Nosotras sabemos todo!”
Son criaturas proféticas como la esfinge, con quien comparten muchos elementos afines. Harrison ha observado que su canción tiene el efecto de una melodía capaz de tranquilizar a los vientos. Pero el desenlace de la canción es, inevitablemente, la muerte.
Pero que la carne de los marineros se esté descomponiendo cerca de ellas no es indicio de que se los haya comido.


Otras interpretaciones indican que, cuando sus plumas fueron robadas, la naturaleza divina de las sirenas las mantuvo vivas, pero como eran incapaces de prever sus visitantes éstos murieron de hambre porque rechazaron irse.








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EL DUENDE DE LORCA

Los duendes son criaturas mitológicas que comulgan con la naturaleza rural: vigilantes de bosques, guardianes de animales y plantas. Integran la raza conocida como “feérica” al igual que los trolls, las hadas y los elfos, que fueron popularizados a través de los mitos celtas y nórdicos.
El escritor andaluz Federico García Lorca desarrolló una teoría estética donde despliega sus ideas acerca del proceso de creación artística en relación al “misterio de los duendes”. En “El teatro y la teoría del Duende", conferencia dictada primero en Buenos Aires y luego en La Habana, en el año 1933, Lorca explica que el gran arte depende de un conocimiento cercano de la muerte, de la conexión con los orígenes de una nación y de un reconocimiento de las limitaciones del raciocinio.
El “duende”, para los andaluces, alude a la interpretación subliminal de la tauromaquia (el arte de los toros) así como de cualquier otro fenómeno como el baile o el cante. Estas manifestaciones transportan al artista a una experiencia “de la muerte”, ya que evadirse del tiempo implica tocar el fin de la existencia. El arte que nace de la mera reproducción de formas es opuesto al “arte del duende”.
Según Lorca, la obra de arte inspirada por el duende nos comunica la esencia del mundo, como sucede con la música de los cantaores flamencos. En su conferencia “juego y teoría del duende”, Federico García Lorca los califica de la siguiente manera:
“…En toda Andalucía, roca de Jaén y caracola de Cádiz, la gente habla constantemente del duende y lo descubre en cuanto sale con instinto eficaz. El maravilloso cantaor El Lebrijano, creador de la Debla, decía: «Los días que yo canto con duende no hay quien pueda conmigo»; la vieja bailarina gitana La Malena exclamó un día oyendo tocar a Brailowsky un fragmento de Bach: «¡Ole! ¡Eso tiene duende!», y estuvo aburrida con Gluck y con Brahms y con Darius Milhaud. Y Manuel Torres, el hombre de mayor cultura en la sangre que he conocido, dijo, escuchando al propio Falla su Nocturno del Generalife, esta espléndida frase: «Todo lo que tiene sonidos negros tiene duende». Y no hay verdad más grande.
Estos sonidos negros son el misterio, las raíces que se clavan en el barro que todos conocemos, que todos ignoramos, pero de donde nos llega lo que es sustancial en el arte. Sonidos negros dijo el hombre popular de España y coincidió con Goethe, que hace la definición del duende al hablar de Paganini, diciendo: «Poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica».


Así, pues, el duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar. Yo he oído decir a un viejo maestro guitarrista: «El duende no está en la garganta; el duende sube por dentro desde la planta de los pies». Es decir, no es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, de creación en acto.
Este «poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica» es, en suma, el espíritu de la sierra, el mismo duende que abrazó el corazón de Nietzsche, que lo buscaba en sus formas exteriores sobre el puente Rialto o en la música de Bizet, sin encontrarlo y sin saber que el duende que él perseguía había saltado de los misteriosos griegos a las bailarinas de Cádiz o al dionisíaco grito degollado de la siguiriya de Silverio.


Así, pues, no quiero que nadie confunda al duende con el demonio teológico de la duda, al que Lutero, con un sentimiento báquico, le arrojó un frasco de tinta en Nuremberg, ni con el diablo católico, destructor y poco inteligente, que se disfraza de perra para entrar en los conventos, ni con el mono parlante que lleva el truchimán de Cervantes, en la comedia de los celos y las selvas de Andalucía. No. El duende de que hablo, oscuro y estremecido, es descendiente de aquel alegrísimo demonio de Sócrates, mármol y sal que lo arañó indignado el día en que tomó el veneno, y del otro melancólico demonio de Descartes, pequeño como almendra verde, que, harto de círculos y líneas, salió por los canales para oír cantar a los marineros borrachos.










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domingo, 19 de abril de 2009

HADAS DEL AIRE Y DEL FUEGO





Los duendes y hadas asociados con el aire se conocen como “sílfides”, están dotados de alas y pueblan numerosos libros infantiles ilustrados. Estas imágenes fueron popularizadas durante la Inglaterra victoriana.
Algunos ejemplos de duendes del aire son: el luminoso Soulth irlandés, la Star Folk de la tribu algonquina, el Atua de Polinesia, así como las hadas buenas de las leyendas persas, que van dejando rastros de hermoso perfume por donde vuelan.
Se presume que existen duendes que desatan fenómenos atmosféricos como ciclones, e incluso pueden atacar naves voladoras. Ejemplos de estos pícaros seres son el Spriggans de Cornwall, el Vily de Slavonia, el Vintoasele de Serbia y Croacia, el Rusali de Rumania y el travieso Folletti de Italia.
Y el ser asociado al fuego es la salamandra, un espíritu elemental muy apreciado por los alquimistas durante el Renacimiento. Asociado con el fuego encontramos a los duendes Djinn -de origen persa y comportamiento malévolo- así como a Drakes (o Drachen), un habitante de las islas británicas.

Algunas historias describen hadas y duendes que protegen las chimeneas, como el Gabija de Lituania y el Natrou-Monsieur de Francia. El egipcio Muzayyaraes fogoso, galante y atractivo; se trata de un personaje popular incluido en los cuentos de esa región, al que le encanta cortejar a las hadas. Aun cuando los duendes y las hadas son criaturas habituales en diversas mitologías del mundo entero, su universo fantástico más variado y numeroso se encuentra en Gran Bretaña, por ello la literatura inglesa los escoge con frecuencia como protagonistas o personajes de relativa importancia argumental.
Muchos romances del período medieval inglés mencionan hadas y duendes. Son hombres y mujeres que tienen poderes mágicos, viven en palacios encantados, falsifican armamentos mágicamente y hechizan o engañan a mortales inocentes. Recordemos que la Dama del Lago a quien Arturo ofreció su espada Excalibur era un hada.
Como decíamos antes, en los relatos del Rey Arturo, las hadas y duendes son muy frecuentes, así como en el resto de la tradición galesa y bretona. Incluso los Cuentos de Canterbury de G. Chaucer mencionan a una reina-elfo vinculada al antiguo cortejo artúrico.
Un romance francés del siglo XV, proveniente de Burdeos, se popularizó rápidamente en Inglaterra. Esta historia daba vida al Rey Oberon y a la Reina Mab, cuya corte estaba rodeada de caballeros.
Fue este romance el que ofreció inspiración a William Shakespeare, quien incorporó algunos de sus personajes a los célebres dramas Sueño de una noche de verano y La tempestad.
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jueves, 9 de abril de 2009

EL REINO DE LOS ÁNGELES O DEVAS




Los ángeles han estado presentes en todas las religiones. ¿Quién de nosotros no ha pensado alguna vez en su ángel de la guarda? ¿O se ha sentido poseído por un impulso de imaginar hermosas criaturas como las hadas, las sílfides, la ondinas?. Los ángeles son los constructores de las formas. Son la vida que palpita detrás de toda manifestación. Encarnan la energía que mantiene coherente todas las formas. En oriente se les conoce con el nombre de DEVAS.
Para entender mejor estas criaturas que comparten con nosotros el planeta Tierra podemos señalar que mientras el hombre piensa, el ángel construye. Se nos enseña que la energía sigue al pensamiento. La energía son los ángeles y el pensamientos los hombres...
Los ángeles pueblan los éteres, desde el subplano gaseoso físico hasta el más elevado de los planos de manifestación. Ellos lo llenan todo y su forma de expresión más cercana a nuestra percepción está dentro de los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Cada uno de los elementos tiene su respectivo Ángel Director y miríadas de elementales.
La línea de evolución delos ángeles esta dentro del amor. Evolucionan por el camino del sentimiento siendo éste el impulso vital de su existencia. Sólo en las etapas más avanzadas de su desarrollo adquieren el poder de pensar. Son ráfagas puras de sentimiento que con el correr de la evolución desarrollan el poder de pensar. El ángel amando aprende a pensar. El hombre, por el contrario, pensando, aprende a amar.
Los ángeles están íntimamente unidos al proceso evolutivo del hombre. El hombre piensa y habla y el ángel escucha y ejecuta. Ellos no miden las consecuencias de los pensamientos humanos sino que se limitan a manejarlos de acuerdo a las intenciones e ideaciones delos seres humanos. De ahí la gran responsabilidad del hombre con el reino angélico. El ángel no razone sobre efectos positivos o negativos. Ellos son la energía que sigue al pensamiento, hasta que por su grado de evolución logran el poder de pensar.
Así como existe toda una jerarquía en el ámbito evolutivo del reino humano y su reino continuo, el reino de las almas o de los Maestros, así también existe toda una jerarquía en el reino angélico. Desde los elementales de las piedras, hasta los mas excelsos Arcángeles.
El reino angélico se puede clasificar en dos grandes divisiones llamadas ángeles evolutivos y ángeles involutivos. Los ángeles evolutivos son los constructores mayores, los trabajadores conscientes, y los ángeles involutivos son los constructores menores o inconscientes, llamados también elementales.
Los elementales, o espíritus de la naturaleza pueden ser clasificados de acuerdo a los elementos que ellos encarnan. A los elementales de la tierra los conocemos como los gnomos, los duendes y las hadas. Su presencia abunda en los cuentos de los niños y en las películas de Walt Disney. Los elementales del agua son las Ondinas, los del fuego las Salamandras, y los del aire, las Sílfides.
No es recomendable invocar a los elementales porque si no se tiene suficiente pureza y al mismo tiempo poder, puede resultar peligroso. Son fuerzas inconscientes que pueden desatarse y manifestarse sin control. Cuando tengamos necesidad de contactarnos con alguno de los cuatro elementos, invoquemos a los Directores de los elementales, que son ángeles de gran evolución.
Con relación al hombre, a los ángeles que son la vida de sus cuerpos físico, emocional y mental concreto, de les llama PITRIS LUNARES y pertenecen al arco involutivo; los que son la vida de su cuerpo mental superior y demás cuerpos superiores se les llama PITRIS SOLARES y pertenecen al arco evolutivo.
A los ángeles del plano físico se les conoce como AGNICHAITAS o devas del plano físico. Son la suma total de la sustancia del plano físico. Se ocupan de la fuerza o energía que produce actividad. Traen a la existencia todo lo que se puede ver y tocar, y mantienen el calor interno de la sustancia que nutre y causa la reproducción. Ellos comandan a los elementales del plano físico.
Devas de todo tipo y color se encuentran en los niveles etéricos del plano físico, pero el color que prevalece es el violeta. En el nivel más denso, el cuarto, son de color púrpura oscuro; en el tercer nivel, púrpura más claro, muy similar al violeta; en el segundo nivel violeta claro, mientras que en el primer nivel son de un brillante color lavanda transparente. Su sendero de realización se manifiesta por medio del sentimiento, educando a la raza en el perfeccionamiento del cuerpo físico-etérico.
Los devas color verde del reino vegetal están muy evolucionados y se entra en contacto con ellos por medio del magnetismo. Presiden los lugares magnéticos del planeta, cuidan la soledad de las selvas, mantienen intactos los espacios abiertos del planeta que es necesario conservar inviolados, los defienden de toda intromisión. Su sendero de servicio consiste en la magnetización. Actúan como protectores de la vida vegetal y de los lugares sagrados del planeta.
Los devas color blanco del aire y del agua, que presiden la atmósfera controlan los mares, los ríos y los arroyos. De este grupo son extraídos los “ángeles guardianes”. Su sendero de servicio reside en proteger a los individuos de la familia humana, controlar a los elementales del agua y del aire y gran parte de lo que atañe al reino de los peces.
Los devas de los éteres llevan sobre la frente un símbolo transparente en forma de luna creciente y por eso, quienes pueden ver en forma clarividente, los distinguen de los devas astrales.
A los ángeles del plano astral o emocional se les llama AGNISURYAS. Son la sustancia de este plano. Están íntimamente ligados con las fuerzas de los fenómenos que llamamos amor, impulso sexual, instinto, anhelo y móvil impulsor que se manifiesta luego en el plano físico como una actividad determinada. Tienen diversos grados, desde los que trabajan con la fuerza puramente sexual hasta los que están relacionados con los misterios de la iniciación y constituyen lo que se llama esotéricamente el “Sendero del Corazón”, que son el puente entre los planos astral y búdico. A esta categoría pertenecen los devas de la fuerza tramutadora. Personifican los “fuegos de transmutación”.
Los devas del fuego del plano mental se llaman AGNISHVATTAS o ANGELES SOLARES. Son de una categoría superior. Conciernen a la propia naturaleza esencial del sol. Expresan su fuerza más adecuadamente a través del hombre. Son el origen de la autoconciencia, y su acción sobre los devas del arco involutivo o devas menores produce la aparición del hombre.
Como ves, existen infinidad de categorías en el reino dévico o angélico. Unas conscientes, otras inconscientes. El trabajo de los AGNISVATTAS (los principios autoconscientes) consiste en llegar a ser el factor integrador de los tres principios superiores: atma, budi, manas, los principios del espíritu, con los tres inferiores: físico, emocional y mental.
Tanto la evolución dévica, como la humana, contienen una gran variedad de grados. Ambas evolucionan mediante la interacción. Los entes humanos personifican aspectos de la divinidad mientras que los devas personifican los atributos. El hombre esta desarrollando la visión interna y los devas, el oído interno. Como ambos son todavía imperfectos, tenemos un mundo imperfecto. El hombre evoluciona por medio del contacto, se expande; los devas, disminuyendo el contacto; la limitación es la Ley que los rige. El hombre aspira a adquirir autocontrol, los devas se desarrollan cuando son controlados. El hombre manifestará la plena autoconciencia y los devas la vibración constructiva.
¿Te das cuenta cuan complementarios son estos dos reinos?
Estas dos líneas evolutivas, cuando alcanzan un grado de desarrollo, se unen en el plano búdico y forman una entidad que es mitad ángel y mitad hombre. Lo que se conoce como el DIVINO HERMAFRODITA. Porque la evolución dévica, con relación a la humana es femenina y la humana, con relación a la dévica es masculina.
El reino de las aves está específicamente aliado a la evolución dévica. Algunos devas que desean pasar a la evolución humana pueden hacerlo pasando a dicho reino. Y también por medio de las aves, algunos devas se comunican con los humanos. De ahí que se representen frecuentemente con “alas”.
Atraer ángeles a tu vida diaria hace que ésta se llene de una magia muy especial. Donde ellos se presentan elevan el nivel vibratorio y se extiende una sensación de gozo que penetra por todas partes.
Los ángeles están a la espera de que el hombre abra la puerta de su corazón para poder trabajar con él. Al ángel no se le atrae por el poder de la comunicación razonadora sino por el poder del amor. Ese es el primer paso para el contacto; sentir amor por ellos. Ellos se acercan atraídos por la belleza y los olores agradables. Donde hay flores naturales, los ángeles se acercan con mayor facilidad.
Invócalos, llámalos e invítalos a que compartan contigo tu casa, tus ambientes. Cuando te bañes, bendice a los devas del agua y pídeles que así como el agua limpia tu cuerpo físico, que ellos limpien y purifiquen tu cuerpo emocional. A los ángeles del viento bendícelos y pídeles que purifiquen tus pensamientos. A los de la tierra que purifiquen tu cuerpo físico y que transmuten todas tus impurezas. A los ángeles del fuego bendícelos y pídeles que santifiquen tu alma y tu espíritu.
El contacto humanodévico se está dando por todas partes. En Fidhorn, Escocia, se creó una comunidad basada en este contacto, en donde se practica el cultivo de plantas y hortalizas en una tierra que en principio no era apta. Debido a la comunicación con los ángeles de la naturaleza y siguiendo sus recomendaciones se logró un éxito sorprendente que atrajo la atención del mundo entero. Es un verdadero ejemplo de lo que se puede lograr en la interacción entre ángeles y hombres.
Amar a los ángeles es amar a la naturaleza porque ellos son los constructores de nuestro mundo. Personifican la inteligencia creativa que evidencia toda la naturaleza. Construyen vehículos para la expresión de la vida en todos los niveles: mineral, vegetal, animal, humano y suprahumano. Cunado estés en el campo, en la montaña, en el mar, piensa en estos seres que son la vida detrás de lo que ves. Bendícelos y agradéceles su servicio. Ellos te contestarán, te enviarán ondas de amor que tu recibirás como una sensación de bienestar que te envolverá y te hará sentir feliz.
Hay ángeles que curan, ángeles guardianes, ángeles del arte, de la inspiración, del sol, del amor. Su variedad es infinita. Si te acostumbras a integrarlos a tu vida te enriquecerás. Yo, por ejemplo, antes de escribir, siempre invoco a los ángeles de la inspiración. Respiro profundo, cierro mis ojos, y des mi corazón los bendigo y los llamo, para que vengan a trabajar conmigo ¡Para la gloria de Dios!
Cuando vayas a comer, bendice los alimentos y piensa en la vida dévica que produjo tu alimento. Llénate de amor por estas criaturas invisibles que trabajan incansablemente sirviendo a la humanidad. Ellos recogen tus sentimientos y te los devuelven aumentados por su amor.
Cuando te levantes en la mañana, saluda a la naturaleza que te rodea. Al sol, las plantas, los árboles, al viento. Envíales tu amor y verás como te inunda un sentimiento de felicidad. Son los ángeles que responden.
Y si quieres trabajar con ellos en una colaboración más cercana, dedícales un rincón de tu casa. Pequeñito, no tiene que ser grande. Ten algún elemento de la naturaleza, como una planta, flores. Y con el amor más grande, preserva es lugar como el punto de contacto de la energía angélica en tu hogar. Y así los invitas a que vivan contigo y llenen tu casa de bendiciones.
Existe mucha literatura sobre los ángeles. Pero la forma más directa de conocerlos es haciendo contacto con ellos a través de su lenguaje, el amor. No hay libro que supere la experiencia. Por eso te invito a que te abras a su mundo mágico, seas un poquito como un niño y recibas en tu vida una nueva dimensión que la hará más luminosa y feliz.


MEDITACIÖN
Respira profundo y al exhalar, ve soltando todas las tensiones. Imagínate que al inhalar estás respirando fuego y al exhalar emites luz. El fuego es la vida, la luz es el amor, Inhalas vida… exhalas amor… inhalas vida… exhalas amor…inhalas vida… exhalas amor.
Y te vas envolviendo en una luz muy blanca y resplandeciente. Esta luz te penetra y te hace transparente, muy transparente.
Te sueltas completamente, sin tensiones ni apegos. Sin angustias ni preocupaciones. Suéltalo todo y quédate sumergido en el aquí y el ahora. Contigo. Con la luz.
Visualiza tu corazón como un sol radiante. Ubícate en el medio de su fulgor. Siente cómo tú eres fuego solar. Eres una llama de amor divino. Siéntelo.
Imagínate que estás en lo alto de una montaña. Desde allí divisas los ríos, los mares, las llanuras, los campos…
Por un acto de imaginación creadora observa el mundo de la energía y visualiza a las huestes angélicas, como encarnan la vida de todo lo que ves. Son puntos de luz en movimiento que vitalizan toda la naturaleza. Recréate en este cuadro, siente como todo en la naturaleza es vida, cómo está poblada de innumerables seres invisibles. Imprégnate de esta energía.
Concéntrate y haz contacto con el ángel de la Tierra y dile: Toma las impurezas de mi cuerpo físico, absórbelas y devuélvemelas en forma de salud y de pureza. Que la vide circule en abundancia por mis venas y mis arterias. Que el reino de Dios descienda a la Tierra.
Concéntrate y haz contacto con el ángel del Agua y dile: Lava mi corazón de todas sus impurezas. Que el amor sin egoísmos se instale en mí. Que mi corazón sea limpio y transparente para que un rayo del cielo descienda a la tierra y la llene de amor.
Concéntrate en el ángel del Aire y dile: Purifica mi intelecto, que se vuelva penetrante, claro, radiante y con cada pensamiento, glorifique el corazón. Que sea una antorcha encendida mostrando el camino de retorno al Sol.
Concéntrate en el ángel del Fuego y dile: Soy uno contigo, santifica mi alma y mi espíritu. Consume en el fuego sagrado todos mis errores y conságrame al fuego del amor. En el fuego soy libre y puedo darme y multiplicarme sin nunca consumirme. Soy una Llama viviente, una Llama del Sol.
Ahora visualiza cómo te rodeas de ángeles de todos los siete colores del arcoiris. Cada uno te envuelve en su radiación. Danza con ellos, permite que su luz te penetre, recibe de cada uno sus regalos, recíbelos en el corazón. El rojo, el naranja, el amarillo, el verde, el azul, el índigo, el violeta…
Y ahora, toma conciencia de un ángel muy especial… Está contigo, te envuelve, te abraza. Es tu compañero inseparable. Tu amigo invisible. A quien encuentras cada vez que tu conciencia se ubica en el amor. Él te llena de esencias que permiten que la magia penetre en tu mundo. Él es el sentimiento de todo lo bello que te ha rodeado en aquellos momentos especiales de tu vida. Disfrútalo y reconoce su presencia. Tú nunca estás solo. Tu ángel guardián está siempre contigo.
Y envuelto en colores, en luces, en amores, ve inhalando profundamente, suavemente, preparándote para volver a tú belleza y armonía que te envuelve. Suavemente y a tu propio ritmo y tiempo ve abriendo tus ojos.








Metafísica para los Nuevos Tiempos



Carmen Santiago

ORIGEN DE LAS SIRENAS




(Es recomendable leer con cautela, y detalladamente el siguiente artículo. Abrir las mentes y corazones. Ser receptivos)


En la mitología griega, las sirenas (plural griego: Seirênes) eran tres peligrosas mujeres-pájaro, retratadas como seductoras, que vivieron en una isla llamada Sirenum Scopuli.
Más tarde, las tradiciones identificaron la geografía de esta isla con los floridos islotes de Anthemoessa, Anthemusa, el Cabo Pelorum, las islas de Sirenusian cerca de Paestum o de Capreae. Todas estas localizaciones están rodeadas por acantilados y rocas.
Los marineros que navegaban cerca de estos lugares escuchaban su música encantadora –que eran las voces de las sirenas– y naufragaban inevitablemente en las costas rocosas.
Aunque engañaban a los marineros, las sirenas no eran deidades marinas.
Estas mujeres mitológicas son consideradas hijas del dios del río llamado Achelous, padre de Terpsícore, Melpomene, Sterope o Chthon y la Tierra, tal como escribe Eurípides en su obra dramática Helena. Allí, Helena, angustiada, las llama “mujeres aladas, vírgenes, hijas de la Tierra”.
Sin embargo, los escritores romanos relacionaron a las sirenas, ante todo, con el mar. Las llamaron “hijas de Forcis”. Homero no agrega ningún dato sobre su origen o nombres; sólo menciona dos sirenas en la Odisea.
Escritores tardíos sí mencionan sus nombres y número: tres sirenas llamadas Peisinoe, Aglaope, y Thelxiepeia, o una tríada bautizada como Parthenope, Ligeia, y Leucosia. Por su parte, Eustathius indica que eran dos, Aglaopheme y Thelxiepeia.
Su número varía según los relatos mitológicos o dramáticos. Por lo general, son entre dos y cinco, y sus nombres suelen ser Thelxiepeia/Thelxiope/Thelxinoe, Molpe, Aglaophonos/Aglaope, Pisinoe/Peisinoë, Parthenope, Ligeia, Leucosia, Raidne y Teles.











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